Scott O. Lilienfeld y otros, en su
obra "50 grandes mitos de la psicología popular",
en concreto en la sección "Mitos acerca de la
Inteligencia y el Aprendizaje echa por tierra algunos
mitos relacionados con los Tests.
Uno de ellos es que "Los tests del cociente intelectual
(CI) están sesgados en contra de determinados grupos".
Una de las observaciones que se
realizaron en la década de los años 60 fue las
diferencias en las puntuaciones de los tests de CI que
alcanzaban diferentes grupos étnicos y raciales.
Estas diferencias se atribuyeron a la
falta de imparcialidad de los tests, que estaban
construidos para favorecer a las personas de raza
blanca.
Sin embargo, los diferentes grupos
humanos pueden en realidad ser diferentes en algunos de
los rasgos que miden los tests.
Por ejemplo, los hombres suelen ser
más altos que las mujeres, y eso no significa que la
escala utilizada para medir la altura sea tendenciosa.
Para saber si las diferencias entre
grupos son debidas a un problema de los tests hay que
observar la validez de las predicciones del test.
Así, si los resultados del test son
más altos para individuos blancos, pero el rendimiento
escolar de blancos y negros, o de mujeres y hombres, es
similar, es lógico pensar que los tests están mal
construidos.
Los estudios realizados demuestran
que los tests no son tendenciosos en contra de las
minorías.
Sin embargo lo que sí puede ocurrir
es que las causas de esas diferencias sean en parte o
totalmente de origen ambiental, es decir que esos grupos
sociales minoritarios sufran desventajas o prejuicios
sociales.
Si esto fuera así, sería un error
imperdonable el echarle la culpa a los tests de la
diferencia de aptitud demostrada en el test, porque de
ese modo no se pondría remedio a la diferencias
incidiendo en la mejora de las condiciones sociales de
dichos grupos.
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