Los tests de inteligencia siguen
funcionando y los psicólogos siguen haciendo uso de
ellos.
¿Qué pensarían los padres de los
niños si les hicieran a sus hijos en los centros de
salud y hospitales análisis que no reflejaran los
cambios actuales de la medicina?
¿Cómo podría la ciencia médica
admitir que haya adelantos constantes en el conocimiento
de la salud y que estos no se aplicaran en las técnicas
analíticas realizadas a los pacientes?
Sin embargo en psicología educativa
algo parecido a esto sigue sucediendo.
Seguimos aplicando pruebas de
inteligencia que no tienen en cuenta los nuevos cambios
sociales. Veamos algunos ejemplos:
- Se sigue midiendo la memoria, pero
no la creatividad.
- Se sigue midiendo la rapidez
perceptiva con tareas de papel y lápiz, en un mundo
digital.
- Se sigue midiendo la fluidez verbal
pero no la capacidad de aplicar esa habilidad en una
exposición en público.
- Se sigue midiendo la capacidad de
atención sostenida pero no en un contexto multimedia, en
el que los niños están actualmente inmersos.
-Se sigue midiendo la rapidez de
trabajo individual pero no la capacidad de trabajar en
equipo.
¿Para cuando un test de inteligencia
que tenga en cuenta todos estos aspectos?
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