Los deberes son un
recurso que si bien permiten que los niños puedan
finalizar en casa lo que no han podido terminar en el
colegio, posibilitando a la vez la iniciación del hábito
de estudio, pueden sin embargo resultar una situación
que provoque emociones negativas y conflictos en la
relación padres-hijos.
Para ayudar a que
esta relación sea armónica y que a la vez el niño se
beneficie de los aspectos positivos de las tareas para
casa, además de los consejos dados en la
primera parte, se proponen las siguientes
orientaciones:
- En cuanto a la ayuda que se le presta, no hay que
olvidar que los padres no han de ejercer de profesores
sino de padres. Su función sería ayudarles a
organizarse, controlar el ambiente, animarles, ayudarles
en algún momento más difícil y hacerles ver que si no
son capaces de hacer algo pueden recurrir a la ayuda del
profesor al día siguiente.
- Si el niño
necesitara ayuda para organizar los deberes podemos
ayudarle a dividirle la tarea en partes. Igualmente
ayudarle a planificar el tiempo en momentos de exámenes
o en tareas en las que se da un plazo más o menos largo
de entrega.
- En los primeros
años el adulto puede estar en el mismo lugar donde el
niño hace los deberes, aunque haciendo otra cosa, con la
idea de ayudarle en algún momento a centrar su atención.
Pero con paso del tiempo se le debe dar mayor autonomía.
- No es
conveniente darle la solución a las preguntas o
problemas planteados; es mejor proponerle preguntas y/o
pistas que le acerquen a la respuesta correcta, pero
debe ser él el que llegue a la solución.
- En ocasiones, se
le puede ayudar algo al inicio de la actividad para
dejar que él continúe sólo.
- La hora de
revisar los deberes es un momento importante para
mostrar interés por el niño y para resaltarle lo que
está bien hecho. Si el niño lo pide podremos corregirle
algún aspecto concreto, pero lo importante es que la
tarea esté realizada ya que su corrección sería más
adecuado que se realizara al día siguiente en clase.
- Mantener una
actitud positiva ante su esfuerzo, resaltando sus logros
aunque sean pequeños, elogiando su actitud aunque los
resultados no sean totalmente satisfactorios. Si
valoramos de manera positiva el esfuerzo que le supone y
los pequeños logros que vaya alcanzando estimularemos
también su interés y esfuerzo hacia las tareas.
- Si el niño no
fuera capaz de hacer los deberes sólo, entonces
deberíamos hablar con su tutor, por si necesitara algún
apoyo en el colegio.
- Si aún así el
niño necesitara ayuda, aunque algunos padres tienen
tiempo y paciencia suficientes para prestarles un apoyo
adecuado, en general sería preferible la ayuda de un
profesor, a ser posible especialista en pedagogía,
psicología o psicopedagogía.
- No criticar el
resultado de lo que el niño haya hecho, ya que eso
perjudicaría la relación con el niño y podría
desmotivarle. Es mejor centrarse en lo positivo, sin
olvidar que es el maestro el que tiene que valorar lo
realizado y que los deberes no tienen por qué llegar
perfectos.
- Si algún día el
niño se negara a realizar los deberes hay que ser
consistentes en aplicar las consecuencias acordadas
previamente con él.
- Recordar al niño
que debe anotar los deberes todos los días y llevar a
casa el material que necesite para hacerlos.
- Animarle a
llamar a algún compañero cuando tenga dudas sobre qué
deberes hay que llevar al día siguiente.
- El niño debe
disponer de tiempo a lo largo de la tarde para jugar,
para el ocio y para la convivencia con padres y
hermanos, por lo que como ha indicado, los deberes sólo
deben ocupar una parte (pequeña) de la tarde.
- Por el
contrario, si los deberes llegaran a ocupar mucho tiempo
el niño podría llegar a odiarlos, con lo que se
perderían en gran medida los efectos beneficiosos de las
tareas para casa.
- También le
ayudamos si somos un modelo de conducta para ellos:
también los adultos tienen sus tareas en casa, dedican
su tiempo a la lectura, etc.
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