Orientaciones Educativas para Padres

 

 
 

CÓMO HABLAR A UN NIÑO ANTE UNA SITUACIÓN TRAUMÁTICA

 

 
 

  Los niños son, con cierta frecuencia, testigos o víctimas de acontecimientos traumáticos
que suponen para ellos un gran impacto emocional, por ejemplo; la muerte del padre, la madre o algún familiar próximo. Esto resulta aún más terrible si tiene lugar en un accidente de tráfico que el niño ha presenciado, en cualquier otro tipo de catástrofe o en un atentado terrorista.

 Los adultos se encuentran, entonces, en una situación en la que difícilmente saben cómo explicar lo sucedido al niño, cómo tratarle en los días sucesivos o cómo evaluar si su comportamiento y reacciones son realmente normales.
Sabemos que con unas líneas no se puede dar respuesta exhaustiva a cómo abordar situaciones tan dramáticas, pero queremos contribuir con unas pautas básicas que guíen al adulto para hablar con el niño y entender sus reacciones.

 

Es evidente que, aunque hablemos del niño, hay grandes diferencias entre unos y otros. No es lo mismo, ni va a reaccionar de la misma manera, un niño de 4 ó 5 años que uno de 10 ó que un adolescente de 16. Siempre tendremos que tratarles en función de su edad, teniendo en cuenta sus diferencias y considerando las experiencias que han vivido, las reacciones y las emociones que lo sucedido ha podido provocar en el niño y en su familia.
Nos dirigimos, pues, a los adultos que están cerca de los niños y que van a tener que enfrentarse, junto con ellos, a cualquier situación que suponga un fuerte impacto emocional.

¿QUIÉN DEBE HABLAR CON EL NIÑO?
Las personas más próximas, si es posible el padre o la madre. Si es en el ámbito escolar, el profesor que tenga más trato con el niño. Si no sabe cómo hacerlo, pida consejo a un profesional, pero no delegue; seguro que el niño prefiere estar con usted. Proximidad vale más que profesionalidad.

 

¿CÓMO DECÍRSELO?

Con naturalidad.
sin buscar situaciones solemnes o presentar las cosas con una seriedad y dramatismo añadidos.
Poco a poco, explorando lo que el niño ya conoce y lo que piensa o teme. Las noticias más graves se pueden fraccionar, de manera que las pueda ir asimilando poco a poco, comunicando en un primer momento, por ejemplo, el accidente con personas heridas y luego que han muerto.
No conviene dejar pasar mucho tiempo; pensemos que los niños pueden refugiarse en esperanzas que después vamos a destruir o bien puede ocurrir que les resulte más duro rumiar solos una incertidumbre que afrontar la mala noticia con el apoyo de los demás.

Con el tono emocional adecuado
El niño puede y debe percibir que los adultos están tristes o que lloran, que lo sienten tanto como él, pero que no han perdido el control. No se puede decir delante del niño algo como ”yo también me quiero morir” o “¿qué va a ser de nosotros?”.

Buscando algún aspecto positivo
Algo que sirva de consuelo, del tipo ”no sufrió nada”, si es que estamos hablando, por ejemplo, de una muerte en un accidente o en un atentado.

Ofreciendo siempre el máximo apoyo emocional
El niño debe sentirse apoyado y querido. Debemos expresar este apoyo con el contacto físico: el abrazo, la caricia, el cogerle la mano, pero esto no tiene que ser forzado, sino espontáneo. Para algunos niños y muchos adolescentes esta actitud les puede resultar contraproducente, sobre todo con aquellos adultos que nunca han manifestado así su cariño.
 

Fuente:
"SITUACIONES TRAUMÁTICAS EN LA INFANCIA, CÓMO AFRONTARLAS". DEFENSOR DEL MENOR EN LA COMUNIDAD DE MADRID
 

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