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LA TESTOMANÍA

 

 
 

La testomanía no sería sino la necesidad imperiosa de aplicar tests en el mundo educativo y de la psicología.

Como la mayoría de los avances en las ciencias también el uso de los tests nos vino de fuera. Fueron los años del último cuarto del siglo XX en que el afán y la importancia de los tests se abrió paso de manera muy rápida en España.

Hasta la misma palabra test nos resulta difícil para nuestros recursos fonéticos. Pero se impuso aún a costa de palabras conocidas y bien usadas del castellano, como prueba.

Fueron aquellos años de un "furor testístico" impresionante. Los tests de pronto nos enseñaban lo que era difícil adivinar: la inteligencia, la personalidad, las patologías, el coeficiente (mejor cociente) intelectual. Y los psicólogos, los brujos, a los que no convenía mirar de frente porque te podían descubrir deseos y zonas oscuras inconfesables. Se les respetaba porque tenían la llave del interior de las personas.

Y con los tests vino el etiquetaje: es torpe porque no ha superado el test, o va a fracasar en los estudios porque es borderline o límite, o no se entiende por qué no saca mejores notas con lo inteligente que es...

El test estaba deificado. No importaba cómo estaba construido, para qué cultura o con qué normas. Era un test, y un test dice lo que no podemos ver, y lo que descubría cobraba cuerpo y realidad. Era irrefutable.

Se podía decir que las personas estaban al servicio de los tests y no al revés.

 

De tanto utilizarse, llegó a banalizarse. Y comenzaron a construirse tests para todo, y por cualquiera. Test de la amistad (Descubre si haces amigos fácilmente, Test del amor (¿eres enamoradizo?), Test de la fidelidad (¿Eres una persona fiel con tu pareja?). Uno mismo se daba los puntos a cada pregunta de acuerdo a una tabla que aparecía al final, y según los puntos alcanzados pertenecías a una categoría: Por ejemplo: Menos de 7 puntos: "Eres muy tímido. Te cuesta mucho iniciar una relación y cuando lo haces te resulta difícil mantenerla. Debes intentar abrirte y no tener miedo al fracaso, que es lo que te atenaza y te impide ser tú mismo". Y todos tan contentos: editores de revistas, constructores de "tests", y público en general.

Los tests además comenzaron a considerarse como pruebas objetivas. Es decir que la puntuación que obtenías no dependía de la subjetividad del examinador sino que medía objetivamente tus habilidades, aptitudes y/o conocimientos. Y así es como llegaron las pruebas "tipo-test". Cualquier profesor que se preciara debía realizar los exámenes con pruebas tipo-test, también llamadas pruebas "objetivas".

Pronto se vieron las ventajas de este tipo de tests. Además de su supuesta objetividad, eran rápidamente corregidos ya que su corrección se podía hacer de manera mecanizada. Las pruebas tipo-test se universalizaron sobre todo para las oposiciones de empleo público y en los exámenes teóricos del carné de conducir.

A partir de entonces, tan importante como los contenidos de los exámenes era el aprender a realizar pruebas tipo-test. Y hasta cambió la forma de estudiar. Ya no había sólo que memorizar, sino también hacer muchos test.

La testomanía sigue vigente en la segunda década del siglo XXI.

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