— En blanco, doctor, la mente me queda en blanco.
— No se preocupe —el hombre, observando el reloj, la empujaba fuera—, nos sucede a todos, es común. Normal, diría yo. Pequeñas lagunas, minutos vacíos.
— Vacío —susurró Elisa frente a la puerta cerrada—. «¿Qué estaba haciendo…? Ah, sí, vi al médico.»
Avanzó por el pasillo.
«Entonces…»
— ¿Sube? —sonó una voz a su costado.
Elisa quedó extrañada frente al agujero que veía…
«Ah, sí, un ascensor.»
— Sí —dijo y se apresuró dentro.
— ¿Piso? —insistió el joven junto a ella.
Elisa lo miró confundida. Segundos después respondió:
—Tercero, voy al médico.
Lorena Falcón.
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