Oh, put a sock in it! No one wants to hear your
complaints anymore.
El origen de la
expresión to put a sock in it, que apareció por
vez primera escrito en el año 1919, en el semanario
literario The Athenaeum, se produjo probablemente
durante la primera guerra mundial.
Las discrepancias
sobre el origen se refieren al it, es decir,
dónde se mete el calcetín. Al tratarse de algún tipo de
sonido molesto se puede elucubrar que podría tratarse de
la trompeta del corneta o incluso de la boca de un
soldado con molestos ronquidos, aunque también se dice
que se originó por el intento de amortiguar el sonido
del altavoz de los primeros gramófonos.
Este expresión es
grosera y la gente la utiliza cuando esta enfadada o muy
frustrada.