Los deberes son un
recurso que si bien permiten que los niños puedan
finalizar en casa lo que no han podido terminar en el
colegio, posibilitando a la vez la iniciación del hábito
de estudio, pueden sin embargo resultar una situación
que provoque emociones negativas y conflictos en la
relación padres-hijos.
Para ayudar a que
esta relación sea armónica y que a la vez el niño se
beneficie de los aspectos positivos de las tareas para
casa, se proponen las siguientes orientaciones:
- La primera
reunión de padres con el tutor a comienzos de curso
suele ser el momento en que se dan las normas sobre los
deberes por lo que es importante asistir a ella.
- Además de
asistir a las reuniones es conveniente comunicarse con
el tutor cuando sea necesario y hablar con él de cómo
realiza el niño los deberes. Además de que el profesor
le puede aconsejar sobre cómo ayudarle, si fuera
necesario podrían llegar a un acuerdo sobre la cantidad
de deberes a realizar por el niño dependiendo de sus
dificultades, motivación, etc.
- En los primeros
cursos, preguntar diariamente al niño por los deberes,
revisar con él sus cuadernos (aprovechar para
felicitarle por su trabajo) y comprobar que tiene los
deberes anotados en la agenda. Conforme el niño va
adquiriendo autonomía estas comprobaciones pueden
espaciarse en el tiempo.
- El lugar de
estudio: Una regla básica es no hacerlos delante de la
televisión, ya que es una fuente continua de
distracciones. Se necesita además un lugar tranquilo,
con buena iluminación, materiales de trabajo, etc.
- Es importante
consolidar el hábito de realizar los deberes
diariamente. El día que el niño no lleve deberes puede
dedicar al menos algunos minutos a la lectura,
organizarse el cuaderno, buscar información sobre algún
tema, etc.
- En relación a
cuándo hacer los deberes, no existe una hora más
adecuada que otra. Sería preferible llegar a un acuerdo
con el niño sobre el momento de llevarlos a cabo.
- Ese momento sí
debería respetarse y ser el mismo todos los días para
favorecer el hábito.
- Si se ha elegido
realizarlos después de la cena, habría que tener en
cuenta que el tiempo para hacerlos debería permitir
media hora de juego y/o actividades relajantes antes de
irse a la cama.
- Por lo que
respecta a la cantidad de tiempo que un niño debería
dedicar a los deberes, depende de la capacidad y actitud
de cada niño. Pero sobre todo los deberes no deberían
suponer una carga excesiva para ningún niño, que ya ha
tenido una larga jornada escolar.
- También habría
que tener en cuenta el esfuerzo que le suponga al niño.
En general, a los niños que presentan dificultades se
les debería facilitar más la tarea. Hay que evitar que,
además de fracasar en el colegio, tengan "más de lo
mismo" al llegar a casa.
- Hay que procurar
que, dentro de lo que supone una actividad que puede ser
difícil para el niño, éste disfrute con la tarea y/o con
su consecución o logros alcanzados. Los padres pueden
facilitar esto animando al niño.
- Niños con
dificultades de atención pueden necesitar periodos
breves de descanso y/o juego después de acabar una
actividad y antes de iniciar la siguiente.
- Marcar con el
niño el tiempo máximo que puede estar haciendo los
deberes. Es preferible que si algún día ha hecho el
remolón, se interrumpa cuando ha acabado el tiempo y que
se enfrente al día siguiente con su responsabilidad por
no haberlos acabado. De ninguna manera debe plantearse
un tira y afloja que ocupe gran parte de la tarde o vida
familiar.
- Para aumentar
progresivamente el tiempo que el niño es capaz de estar
con los deberes puede resultar útil el hacer un gráfico
con él y que vaya anotando cómo aumentan los minutos de
dedicación a la tarea. Establecer algún pequeño premio
motivará al niño a mejorar.
- Sería preferible
que fueran los dos padres los que se interesaran y/o
apoyaran al niño; así aumentará la motivación de éste
hacia las tareas.
Continuación:
Cómo ayudar al niño en los deberes (2)
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